Descuento:
-5%Antes:
Despues:
17,01 €Con los ojos bien abiertos a la belleza de este mundo vivió aquel a quien debemos TardÃo Nápoles. Quizás por ello no pudo sino servir a causas justas: primero, la de la tierra en que nació; y luego, la de su patria en adopción (...) sin escatimarles fatigas ni riesgos. La limpieza de su actuar cotidiano sin duda que le aguzó, en noble compensación, la sabidurÃa de la mirada. TardÃo Nápoles buen tÃtulo al fin sugiere obra de madurez. No lamentamos como él naturalmente lo hace que Luis Amado Blanco tardase en ver y enamorarse de su espléndida ciudad: de otra forma, no tendrÃamos un libro tan rico y complejo dentro de su aparente sencillez. LeÃdo con la intensa atención que merece, hallaremos que la ciudad es aquà un microcosmos de relaciones: temporales, hacia adentro de sà misma, hacia el origen de las sustancias latinas; culturales, en cuanto el espejo de Nápoles refleja un modo de ser que abarca la disÃmil riqueza de tantos pueblos hermanos. No es raro, entonces, (...) que un libro cuyo tema parece a primera vista remoto, contribuya en realidad a un conocimiento más profundo de las propias esencias. Eliseo Diego Recapitulación de cuestiones esenciales de su poesÃa, TardÃo Nápoles presenta una mirada que enlaza con maestrÃa vitalismo y culturalismo, trasladando al lector el encuentro con la fascinante ciudad del sur de Italia. Cuando en octubre de 1936 Luis Amado Blanco (Riberas de Pravia, 1903-Roma, 1975) llegó a La Habana como exiliado republicano, dejaba tras de sà una prometedora carrera literaria. En España habÃa trabado amistad con poetas de la talla de Juan Ramón Jiménez, Federico GarcÃa Lorca y Rafael Alberti, era ya una firma conocida en publicaciones como La Gaceta Literaria o Revista de Occidente y habÃa publicado su poemario Norte (1928) y las impresiones de su viaje a la antigua Unión Soviética en 8 dÃas en Leningrado (1932). En Cuba, paÃs del que adquirió la nacionalidad, mantuvo una destacada labor como autor, director y crÃtico teatral, literario y de arte, además de publicar los poemarios Poema desesperado (A la muerte de Federico GarcÃa Lorca) (1937) y Claustro (1942), y una valiosa obra narrativa que comprende los tÃtulos Un pueblo y dos agonÃas (1955), Doña Velorio. Nueve cuentos y una nivola (1960) y Ciudad Rebelde (1967). Tras el triunfo de la Revolución cubana, desempeñó una larga carrera diplomática, sobre todo como embajador ante la Santa Sede desde 1962 y hasta su muerte en Roma. A este último periodo italiano de su vida corresponde TardÃo Nápoles (1970), un poemario que refleja su deslumbramiento ante Nápoles, ciudad en la que vio una posibilidad de regeneración personal y estética. Mediante un discurso intensamente culturalista y vitalista, Amado Blanco desarrolla en sus páginas una meditación existencial que es también una recapitulación del conjunto de su poesÃa, al tiempo que se replantea, con lucidez y serenidad, las posibilidades de aceptar el exilio como una vivencia positiva.