Descuento:
-5%Antes:
Despues:
20,90 €De la mano de sus padres Âûcuenta Adela Mora en el prólogoÂû, algunos domingos, iba a pasear por la ciudad universitaria. El estremecimiento que le provocaba la visión del escenario de la guerra se reprodujo cuando leyó la tesis doctoral que fue este libro de Carolina Rodr¡guez. Por razones de cronolog¡a Âûyo sólo ten¡a once a?os cuando murió FrancoÂû mi lectura de la tesis doctoral fue distinta, pero también sent¡ escalofr¡os cuando me encontré con algunos discursos de la posguerra Âûcomo el del decano de medicina, Fernando Enr¡quez de SalamancaÂû. Menos mal que, como indica la autora, con frecuencia la realidad no siguió los caminos proyectados.
El libro que ahora tengo sobre la mesa se divide en tres partes claramente diferenciadas: la organización, las piedras y las personas de la nueva universidad. El periodo cronológico, los a?os cuarenta, corresponde además con el rectorado de P¡o Zabala. Toda la narración se beneficia, y mucho, de los meses pasados por la autora en el archivo complutense, que permiten mostrar una documentación mayoritariamente inédita y que hacen al libro objeto de futuras investigaciones.
En la primera parte se rastrea el proceso de reforma de la legislación universitaria que en parte culminó con la aparición Âûen 1943Âû de la ley de ordenación universitaria, que deb¡a estructurar una universidad nueva Âûen sinton¡a con el nuevo estadoÂû que llevase a al ciencia espa?ola a su máximo nivel. Comprobamos aqu¡ el peso que la universidad madrile?a ten¡a tanto en el plano estructural como decisorio. El rector madrile?o se convirtió en una figura clave, icono Âûpor otro ladoÂû de las tensiones vividas en ese momento y de las numerosas herencias con las que se enfrentaba la estructuración de la nueva universidad.
Pero la excelencia buscada necesitaba de un escenario, lejano a las estrechas y mal iluminadas aulas de San Bernardo. Por ello el nuevo régimen retoma el ÂæproyectoÂÆ de ciudad universitaria que ya hab¡a tenido una etapa monárquica y otra republicana. Ciudad Âûnunca concluidaÂû que se reacomoda a las nuevas necesidades y que se impregna de un sentido de propaganda y legitimación.
Pero espacio material y estructura orgánica necesitaban de lo que en el fondo es primero y más importante: las personas que iban a llevar a cabo este ÂænuevoÂÆ modelo de universidad. De ah¡ que la autora haya centrado su atención en el reconocimiento del perfil personal, intelectual e ideológico de los miembros de al elite académica. Aparecen as¡ los itinerarios seguidos por el rector Âûque en s¡ constituye una peque?a monograf¡aÂû, los vicerrectores y los decanos que fueron elegidos y se?alados directamente desde el régimen para ocupar los cargos de responsabilidad.
Estas tres partes analizadas permiten a la autora hablar de una universidad en al que se acentuaron los criterios de disciplina y autoridad como ejes organizadores del gobierno universitario, en la que se mezclaron Âûa modo de mosaicoÂû diversas aspiraciones pol¡ticas, idearios superpuestos acerca de la institución universitaria, personalidades académicas complicadas Âûa veces, con dif¡ciles relaciones entre ellasÂû, criterios reafirmados respecto a la universidad como espacio simbólico del poder académico y pol¡tico, y Âûen definitivaÂû diferentes formas de entender la naturaleza, las tareas y la esencia de la universidad. Todo ello permit¡a que siguieran manteniéndose viejas herencias más allá del ampuloso discurso oficial que aseguraba la consecución de una universidad nueva. Por ello en esta obra Âûcomo reza el subt¡tuloÂû se pondera una serie de rupturas y continuidades que se relacionan entre s¡ y que convivieron durante mucho tiempo.
El libro, dec¡a al comienzo, me recordó la lectura de los estremecedores discursos de una época para m¡ lejana, pero también la agradable jornada pasada en el departamento de historia contemporánea de la Universidad Complutense