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9,03 €Â«A la edad del público al que hoy me dirijo, vivÃa yo la perplejidad del joven estudiante frente al Himalaya de los saberes. Opté por jugar a la loterÃa. Y la rueda del destino se detuvo en una casilla ciertamente enigmática: "Derecho".
»Asà comenzó mi navegación por el aprendizaje jurÃdico, que era en esa época, como lo descubrà después, una vÃa que yo llamarÃa regia para empezar a comprender la civilización industrial gestada por Occidente. Tuve la buena suerte de conocer un dÃa la dedicatoria con que el emperador Justiniano introducÃa a ese manual de derecho romano tan célebre en la historia de la cultura europea, llamado Institutiones: "A la juventud deseosa de las leyes". Esta cálida fórmula resultó inolvidable para mÃ.
»De esas primeras palabras, que recibà entonces como un emblema, hago aquà materia de reflexión para revalorizar el deseo de saber, deseo que amenaza desde siempre con sepultar el engaño pero también, en nuestra época, con su contrapartida exacta, esto es, la futilidad exaltada en nombre de la circulación del conocimiento. De ahà mi convocatoria: A la juventud deseosa... Pero, a todo esto, ¿qué significa desear saber?»