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11,88 €Entre el ensayo antropológico y la propuesta polÃtica, escrito con gran talento, La cultura de los suburbios nos ofrece un análisis sobre qué ocurre en la periferia de nuestras ciudades. Unas reflexiones originales que nos invitan a descubrir el rostro del Otro, del que sólo conocemos su existencia al ver por la televisión los automóviles que arden por las noches y peleas entre pandillas, entre otros problemas de convivencia que saltan a las primeras páginas de los periódicos.
Donde los urbanistas y los polÃticos idearon no man's land de hormigón para alojar la clase inmigrante y trabajadora, Hatzfeld descubre creatividad e ingenio en la diversidad de las gentes de los suburbios. En palabras del autor, el suburbio es una microsociedad diversa, compleja, original, que dispone de un espacio particular, de una historia propia, y también de una cultura especÃfica; se trata de una sociedad capaz de hacer, de decir, de pensar conforme a los rasgos de esta cultura original. Y es en esta cultura original, compuesta de la suma de orÃgenes y tradiciones dispares de unos pobladores que comparten un mismo presente de carestÃas, donde el autor ve un potencial renovador único, una oportunidad tanto para la sociedad de los suburbios como para la de las ciudades.
De este modo, nos presenta las florecientes y cambiantes -rabiosas- expresiones artÃsticas de los jóvenes del extrarradio, la relación entre los viejos y los jóvenes, o el ingenio de las economÃas informales que se desarrollan en cualquier rincón de los barrios periféricos.
Pero lejos de idealizar la cultura de los suburbios, de intentar encontrar alguna virtud intrÃnseca de la tradición popular, del exotismo étnico o de los efectos de la lucha por la supervivencia, el autor descubre en la periferia lo mejor y lo peor en cuanto a comportamientos, valores y prácticas. La difÃcil y contradictoria situación que vive la mujer joven del suburbio, atrapada entre la cultura de sus padres y la cultura de emancipación, o el nihilismo amargo con que los jóvenes canalizan sus fustraciones podrÃan ser ejemplos de lo segundo.