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7,51 €Â¡Imágenes! ¡Imágenes! ¡Imágenes!Muy a menudo, antes de averiguarlo, me he preguntado de dónde vendrÃanla multitud de escenas animadas que poblaban en tropel mis ensueños;porque en la vida real no habÃa visto nunca nada semejante a lasimágenes de mis sueños. Esas imágenes torturaron miinfancia, convirtiendo mis noches en procesión de pesadillas; ellasme convencieron, poco después, de que yo era diferente de mis semejantes,criatura innatural y maldita.Sólo durante el dÃa lograba algo de felicidad. Mis nochesseñalaban el comienzo del reino del terror. ¡Y quéterror! Me atrevo a afirmar que ninguno de los hombres que han holladola tierra se vio jamás atormentado por un terror semejante y tanintenso como el mÃo. Porque el mÃo es el terror de remotÃsimostiempos, el terror desenfrenado del mundo primitivo. En resumen, era elterror que imperaba, supremo, en el perÃodo que llamamos PleistocenoMedio.